Según el Foro Económico Mundial, las empresas deben elevar su productividad para enfrentar los efectos de la actual crisis global. Una realidad que incluye a las organizaciones mexicanas, que tienen que invertir en nuevas tecnologías para lograrlo.
El planeta atraviesa por la mayor crisis económica de las últimas décadas. A la lenta recuperación tras la pandemia del Covid-19 se sumó la guerra entre Rusia y Ucrania que, al afectar directamente el suministro global de alimentos y elevar el costo de los combustibles, terminó disparando la inflación en la mayoría de los países del mundo. Mientras que en Estados Unidos esta cifra alcanzó el 8.5% mensual en mayo, en México estuvo en 7.88% en la primera mitad de junio.
El súbito aumento en los precios de los productos ha puesto a las organizaciones en una posición compleja en la cual deben pagar más por los suministros, pero mantener sus precios bajos y reducir sus márgenes para evitar una caída pronunciada en sus ventas. Las empresas ahora buscan formas para mantenerse a flote, sin afectar la estabilidad de sus empleados.
Ante este panorama poco alentador, el Foro Económico Mundial ha insistido en que una de las estrategias más efectivas para evitar los graves efectos de la inflación consiste en elevar la productividad al interior de las organizaciones. Es decir, a grandes rasgos, generar mejores resultados en menos tiempo y con los mismos recursos.
Un tema que resulta complejo en México, donde somos testigos de un bache en la productividad empresarial. Según el Índice Global de Productividad Laboral de la Economía, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, la productividad del país (Igple) se ubicó en 95.4 puntos por hora trabajada al cierre de 2021, lo que indica una contracción anual del -6.4 %, su nivel más bajo en los últimos 12 años.
En este sentido, la inversión y utilización de nuevas tecnologías comienza a ser un tema clave para optimizar los procesos de cada compañía, hacerlos más eficientes y reducir el tiempo de realización. Atrás debe quedar la idea de que en “tiempos de crisis hay que reducir el gasto en digitalización”. Por el contrario, ese es el momento para invertir de forma inteligente en productos que impacten de forma positiva en la operación.
Por ejemplo, a través de Inteligencia Artificial y ‘machine learning’, las empresas pueden automatizar muchas de las labores repetitivas para que los trabajadores dediquen más tiempo a tareas de mayor impacto, como buscar nuevos prospectos o enviar propuestas de negocios. En este caso, las plataformas aprenden de la actividad, lo que les permite personalizar las comunicaciones o anticiparse de ser necesario.
Las nuevas tecnologías también ayudan a mantener una comunicación abierta con los equipos tanto en trabajo presencial como remoto. A través del software en la nube, por ejemplo, las empresas reducen el costo total de propiedad al ‘rentar’ herramientas clave durante el tiempo en que las necesiten, al tiempo que pueden implementar estrategias de movilidad para operar donde sea necesario, desde la sede de la organización o en reuniones con clientes potenciales hasta en el hogar de los empleados, cuando se requiera trabajo remoto.
Estas plataformas también estimulan el trabajo colaborativo, para que los equipos de trabajo puedan crear y revisar una misma propuesta rápidamente y a través de internet. Esto reduce los errores y los reprocesos en proyectos complejos que demanda, y garantizan que todos los colaboradores aprovechen al máximo su jornada laboral, más cuando se integran a aplicaciones de agenda, calendario y programación, que establezcan recordatorios automáticamente y en todos los dispositivos del usuario.
A pesar de esta necesidad por elevar la inversión en tecnología, , la mayoría de las compañías no invierte lo suficiente por diversos factores que van desde un bajo presupuesto, escasa cultura de innovación y falta de políticas específicas, hasta la poca alineación entre áreas y la falta de estrategia. De hecho, para la organización ‘México ¿Cómo vamos?’, el país debe aumentar la productividad laboral en 4,8 % anual con el fin de lograr un crecimiento económico sostenido: una meta que solo posible en la medida en que las compañías cambien sus labores tradicionales y abracen la digitalización.
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